11/3/13

EL GATO EN SUS DIFERENTES CULTURAS Y EL TRATO QUE RECIBIÓ DE LA IGLESIA




Según últimos estudios, tendrían su origen en África, en el periodo de la protohistoria, III Milenio A.C. Sus sentidos del olfato y oído son superiores a los del ser humano. Estos, junto con avanzados receptores de la visión, gusto y tacto, lo hacen uno de los mamíferos con un sistema sensorial más sofisticado. El gato oye con sus ojos, ya que posee en el ojo células nerviosas que los demás animales sólo tienen en los oídos.


En el año 1022 se planteó la cuestión de los canónigos heréticos de Orleáns, en la cual los gatos eran manifestaciones del espíritu del mal, identificándolos con otros animales "condenados" como, el sapo, o el macho cabrío.


El prelado inglés Walter Map, durante el reinado de Enrique II Plantagenet, presentó al gato como la propia encarnación de Lucifer. (Se atribuía a los valdenses, y otros grupos considerados adoradores del demonio, una utilización de los pobrecitos gatos en sus ritos secretos). 


El Papa Gregorio IX en el año 1233 por intermedio de una Bula denominada “Vox in Rama” aprueba y confirma todas estas ideas referente a estos felinos, y lógicamente se crea una intoxicación constante respecto a esta conexión "gato-demonio". La manipulación de la Iglesia tiene mucho que ver en estas leyendas las cuales se extienden rápidamente por toda Europa.


En época de Cuaresma, organizaban reuniones en las que se sacrificaban por diversión centenares de gatos. Los desafortunados felinos eran ahorcados o tirados a una fosa dentro de un brasero, tras extirparles los testículos. Cuando se terminaba el ritual, se llevaban un puñado de cenizas para repartirlas en sus casas o esparcirlas en los campos con el fin de protegerse de las malas cosechas y de las epidemias.


En el siglo XII la Iglesia comenzó una persecución contra este pobre animal, al que consideraba “un animal maléfico”. Fiel compañero de las brujas que simbolizaba todo lo oscuro, lo mágico e irracional y cuya ejecución pública se transformaba en un espectáculo. Casi se lleva a la extinción europea de este animal. Fue tal su persecución y exterminio que cuando se desató la peste negra (causada por las ratas) fue devastadora debido al desequilibrio ecológico causado a su depredador. (Algunos podrían interpretar esto como un castigo divino)


La inquisición, el Papa Inocencio VII y su edicto de 1484 hicieron que se sacrificaran gatos para las fiestas populares, lo que marcó un gran período de persecución para el felino. Este edicto tuvo un impacto importante en las clases populares y luego se extendió a la nobleza. La inquisición reunía en la misma hoguera a los herejes, a las brujas, a los asesinos y a los gatos en la noche de San Juan.


Desgraciadamente, la renovación de los cultos paganos después de la peste negra y el resurgimiento del culto de Freyja, la diosa germano-escandinava de la fecundidad, hacia la mitad del siglo XIV, provocó la pérdida de los gatos, que desde entonces se asoció a cultos infernales, debido a su antigua adoración por parte de los paganos y sobre todo por el reflejo de la luz en sus ojos, que se creía que eran las llamas del infierno. En la simbología medieval, el gato se asociaba a la mala suerte y al mal, y dado que era negro, también se asociaba al disimulo y a la feminidad. En Inglaterra, bajo el reinado de María Tudor, se queman gatos como señal de la herejía protestante, mientras que bajo el de Isabel Iª, se queman como señal de la herejía católica.


Habrá que esperar hasta 1648 para que el rey Luis XIV, gran amante de los gatos, prohibiera quemar a los gatos en la hoguera de la noche de San Juan, ya que calificaba esta tradición de bárbara y primitiva. Sin embargo, no fue hasta la revolución francesa cuando las hogueras se consideraron unánimemente supersticiones y actos de crueldad.


A partir del XVII se reivindicó la existencia de los gatos. En Inglaterra se creía que colocando el cadáver de un gato muerto en las paredes o en el armazón de un edificio, era una eficaz protección contra la mala suerte. Aún hoy en día se han encontrado esqueletos de gatos en edificios como la Torre de Londres, la Catedral de Dublín, o el Castillo de Yorkshire, incluso hace unos pocos años, en los muros de la Ciudadela de Gribaltar.


Pueden observarse en tres famosas leyendas míticas celtas: en la primera, un gato es quien protege las puertas del otro mundo; en la segunda, los gatos tienen la facultad de convertirse en bolas de fuego; y en la última el gato conocido como Irusan de Knowth solía raptar a los niños.
 
Muchas tribus (clanes) en Escocia tienen un gato como animal totémico. Por ejemplo, "Cataibh" es el "Land of the Cat" y el posible origen de la Federación Clan Chattan. Los grandes felinos fueron presentados en piedras de Escocia. Los Sidhe Cath (monstruosamente  grandes y feroces) o "Cats" de los Sidhe (fairy cat serían delicados) eran guardianes del inframundo y sus tesoros.
 

Finn Mac Cumhail luchó en un clan de "cabeza de gato" personas que vestían pieles de gato en sus cascos. Esto sugiere que sus enemigos tenían un tótem gato.
 

En Irlanda, Eire - la diosa cuyo nombre lleva la isla - dio a su gato compañero el don del conocimiento y confesó todos los secretos de la caldera. Esto imparte todos los secretos de los misterios de las mujeres y el conocimiento oculto al gato.
 

En la mitología irlandesa, Irusan de Knowth era un gato-king descrito tan grande como un buey. Este gato monstruoso tenía su corte en una cueva.


  

En Escandinavia, el gato era el símbolo de la fertilidad. En Turquia, los gatos blancos con un ojo de cada color son muy apreciados, y reciben el nombre de: Ankara kedi. Los turcos, describen la curiosa variedad de gatos blancos con ojos dispares como "regalos de Alá" o "tocados por Alá". En la India, representan la beatitud del mundo animal y símbolo de los nacimientos. Para el mundo budista, el gato y la serpiente no gozan de gran simpatía pues fueron los únicos animales que no lloraron la muerte de Buda; sin embargo, dan muestras de una inteligencia superior. 


En el Tíbet se los considera desde tiempos inmemoriales guardianes de reliquias y templos. Animal sagrado, venerado y a veces mimado excesivamente, en el seno del budismo tibetano se le considera acompañante en el tránsito obituario, y, en los sueños lúcidos, el subconsciente del que sueña (o viaja) es representado por un gato gigante, obeso, mudo y bonachón.


El gato es de gran importancia para el islam por el afecto que sentía Mahoma por ellos, ya que su gata Muezza lo salvó de la mordedura de una serpiente.



En Egipto, fueron tratados con privilegios especiales sobre todo en Per-Bast (más conocida como Bubastis). El nombre egipcio de “gato” era  “Miw” (que significa “ver”) una personificación de Ra. Se consideraba que el gato “todo lo ve” y se penaba con la pena capital a quien osase acabar con la vida de un felino.


La diosa Bast representada con cabeza de gato era la encargada de la fertilidad. Mientras que la diosa Sekhmet que también tenía forma de gato,  representaba las fuerzas destructivas de lo divino, la negatividad, representada en  la guerra, la peste y la venganza. Tefnut, diosa cuyo nombre significa humedad, con cabeza de un león y representando uno de los símbolos más primigenios de la creación de las fuerzas y Mafdet, una diosa de la protección.



Los guerreros llevaban máscaras de gato en las ceremonias, con la esperanza de que el espíritu de los gatos muertos entren en sus cuerpos y les brindarán las cualidades felinas del sigilo y astucia, para transformase en guerreros invencibles.

El gato nos anima a buscar nuevas ideas y conocer lugares nuevos. Debido a su mente rápida e inteligente, el gato puede servir de inspiración útil si nos encontramos bloqueados en un problema o nos falta creatividad. Si buscamos un impulso adicional de valor o de confianza, el gato es el tótem que nos está llamando. Nos enseña a cuidar de nuestros cuerpos y mentes para que sigan siendo fuentes constantes de gran poder personal. Otra lección que gato nos enseña es aprender a protegernos a nosotros mismos.



Sarah Wicca
Wikipedia


www.thorthebarbarian.com

EL OSO




Según los Navajo y los Pima, el Oso oye y entiende las palabras del hombre desde kilómetros de distancia. "La Tierra es la oreja del Oso" dicen los Siberianos. También invita a ser cauteloso y prudente. Si los indios veían un Oso por el bosque, creían que esa zona era sagrada y habitada por espíritus buenos. Muchos mitos incluyen Osos como personas que llevan el pelaje en público y en privado se lo quitan para mostrar su forma humana. Muchas tribus lo equiparaban al hombre porque se puede poner sobre dos patas. Lo consideraban demasiado poderoso y evitaban cazarlo.
 
Símbolo de protección también en Europa. Entre los celtas la fuerza del Oso se asoció a las castas de guerreros, representando el espíritu del guerrero. Este animal se consideraba metáfora de la dignidad real; asociado etimológicamente con el nombre de Arturo, cuya raíz significa "Oso". También la Gran Madre, con forma de luna, se manifestaba bajo diferentes formas, una de ellas como Osa (Artio en las leyendas celtas). 


Encarnación del renacimiento. El Oso está ampliamente considerado como símbolo de la creación. Como las madres salen en primavera con los Oseznos, se considera a los Osos la encarnación del renacimiento, la sabiduría y la fertilidad. La antigüedad clásica mantuvo la creencia primitiva de que los Oseznos nacen informes y sus madres "los lamen hasta darles forma", por lo que crean el orden a partir del caos.
 
Simbolismo del oso en otras culturas de la Antigüedad. En la mitología griega fue el Animal consagrado de Artemisa/Diana (diosa lunar) que pese a ser virgen también era diosa de los nacimientos. Tanto los antiguos griegos como los hindúes identificaron la Osa Mayor como un Oso y la tradición hindú veía esta constelación como el origen de la energía del Universo y la encargada de la sucesión de las estaciones. Los peregrinos del Camino de Santiago se guiaban hacia el norte gracias a la Estrella Polar, última estrella de la constelación de la Osa Menor.