21/6/13

Dojoji-no-kane (La Campana de Dojoji), demonio Hannya.





La historia inicia con un monje budista, Anchin, quien al viajar hacia el santuario de Kumano, visitaba a un terrateniente llevando regalos a la hija de este, Kiyohime. El padre bromeaba diciéndola que cuando creciese se convertiría en la esposa de Anchin, desconociendo que ella en realidad estaba perdidamente enamorada de él. Ella tomó la palabra de su padre en serio y en una de las visitas del monje le exigió el matrimonio. Cuando Anchin vio que no aceptaba un no, se escabulló y cruzó un rio muy crecido para llegar al templo de Dojoji donde pidió que lo escondiesen bajo una gran campana. Kiyohime no pudo cruzar el río, y bajo la ira se transformó en una serpiente-dragón y nadó hacia el templo. Cuando llegó se percató de la presencia del sacerdote dentro de la campana y, frente a la imposibilidad de entrar en la campana, se enrolló alrededor de ella, la cual se tornó blanca del calor y la  fundió con su aliento de fuego, quemando dentro a Anchin y fuera a Kiyohime.

400 años pasaron sin que el templo Dôjôji tuviera campana, ni tampoco se permitió que entrara ninguna mujer al recinto por temor a la maldición de la serpiente. Pero con el tiempo los monjes reunieron suficiente diner, como para hacer una nueva campana, que estrenaron orgullosos. Prepararon una solemne ceremonia y se reunieron a su alrededor para celebrarlo.

Mientras esto sucedía llegó una muchachita, algunos monjes le cerraron el paso, pero ella les explicó que era una shirabyôshi, una bailarina y que al menos dejaran que realizaran unas danzas para celebrar aquella efeméride. Los monjes, la dejaron pasar pero.... después de un par de bailes, la joven saltó sobre la campana y mágicamente desapareció. Desde ese momento cada vez que se tañía, en vez del gong hermoso del metal, se oían terribles quejidos y lamentos desgarradores. La única solución fue enterrar la campana, porque el espíritu de Kiyo-hime había vuelto para impedir que los monjes tuvieran una nueva.

Allí permaneció, bajo tierra, durante otros 200 años, hasta que Toyotomi Hideyoshi la sacó a la luz, ordenó transportarla al templo Myomanji (centro de pregrinación que guardaba las cenizas del buda Sakyamuni, el buda histórico) y se realizó un acto de purificación con la lectura ininterrumpida del sutra del loto por los monjes. Así se logró redimir al espíritu atormentado de la joven traicionada y desde entonces la campana permanece en dicho templo.


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