Todos somos MAGOS: seres de luz, creadores, sanadores e iguales, todos tenemos dones y esos dones potencian nuestro poder.
Todos somos Magos, pero no tenemos fe, la duda en nosotros mismos es profunda, al extremo de volvernos sordos, esto bloquea el instinto que es la voz pura del alma.
Solo por medio de ese instinto llegamos a despertar, a volver y ser uno con la naturaleza, con lo creado puro, con el amor, el instinto es la llave, la libertad, jamás un limitante, sin embargo, desde el primer segundo que nacemos vamos perdiendo esta capacidad, al perder la pureza, la belleza de ser como hojas en blanco, empezamos a aprender, principalmente aquellos sentimientos creados por el propio ser mundano: EL MIEDO, EL EGO, LA VANIDAD.
Al crecer, los aplicamos como muestra de madurez y automáticamente despreciamos al instinto, nuestra vanidad nos vuelve cerebrales y materialistas, devoradores de reglas, ambiciosos y débiles que nos limitamos a imitar, si algo rompe ese esquema, el miedo logrará domesticarnos, juzgando y atacando, todo aquello que consideramos diferente, aislándonos en nuestros propios modelos, afortunadamente la naturaleza sigue salvaje, intuitiva, perfecta, todo ser vivo siente, pero solo el hombre se pierde en su pensamiento.
Un MAGO, aplica ese sentir siempre, volviéndolo un instrumento de sabiduría, imponiéndola sobre la necesidad de pensar, ya que de la misma manera que los arboles o los animales no piensan, la tierra si lo hace, el mundo si lo hace,
pero a diferencia del ser mundano, lo hace con el corazón.
"EL PENSAMIENTO MAGICO ESTA EN SU TOTALIDAD EN EL CORAZON"