WATAN...ALFABETO ATLANTE
El
alfabeto que aparece en el arquómetro de Joseph-Alexandre Saint Yves
D’Alveydre,se denomina “watan” y, según el , es la lengua
primitiva de los atlantes, una traducción del alfabeto astral. Según la
obra Comentarios al arqueómetro, impulsada por René Guénon, el alfabeto
watan fue aprendido por
Moisés en los templos de Egipto y fue modificándose hasta que se
perdió por completo durante el cautiverio de Babilonia (siglo IV a.C.).
Se trata de un alfabeto solar de 22 letras. Tres de ellas se relacionan
con las tres personas de la Santísima Trinidad y con las tres primeras
letras del sistema sefirótico; siete están asociadas a los planetas y
las doce restantes, al zodiaco. En el arqueómetro se establecen tablas
de correspondencia entre el alfabeto watan, los caracteres de la lengua
hebrea, los planetas y los signos zodiacales, así como, supuestamente,
con los alfabetos asirio, samaritano y caldeo.
La importancia de la palabra en el arqueómetro es vital, de acuerdo
con la reintegración de la sabiduría perdida por Adán. Al parecer, las
letras adámicas se fundamentan en el conocimiento oculto de formas y
sonidos que tenían poder. Con el arqueómetro D’Alveydre pretende
recuperar la palabra sagrada, el acto divino por el que se sometía toda
la Naturaleza a la inteligencia y a la ciencia humanas, tal como se
recoge en el capítulo I del Evangelio de san Juan: “En el principio era
la Palabra, y la Palabra estaba ante Dios, y la Palabra era Dios”.
Supone el reencuentro con la palabra perdida, sagrada e
impronunciable meta suprema de todo recorrido iniciático. Su restitución
es lo mismo que la vuelta al estado adámico o primordial, eje esencial
del Génesis hermético y la Cábala hebraica. Madirolas comenta al
respecto lo siguiente: “En el Sefer Yetsirá asistimos al despliegue del
Pensamiento Divino (la Sabiduría), primero en números y letras
(arquetipos y modos de vibración), y luego en combinaciones de letras,
nombres y narrativa (empezando por el propio Nombre de Dios, que es el
arquetipo fundamental, la esencia del mundo superior divino), ya que las
palabras (los nombres expresados en lengua sagrada) son la esencia de
las cosas y dan lugar a ellas”. www.taringa.net