Según
últimos estudios, tendrían su origen en África, en el periodo de la
protohistoria, III Milenio A.C. Sus sentidos del olfato y oído son
superiores a los del ser humano. Estos, junto con avanzados receptores de la visión, gusto y tacto, lo hacen uno
de los mamíferos con un sistema sensorial más sofisticado. El
gato oye con sus ojos, ya que posee en el ojo células nerviosas que los demás
animales sólo tienen en los oídos.
En
el año 1022 se planteó la cuestión de los canónigos heréticos de Orleáns, en la
cual los gatos eran manifestaciones del espíritu del mal, identificándolos con
otros animales "condenados" como, el sapo, o el macho cabrío.
El
prelado inglés Walter Map, durante el reinado de Enrique II Plantagenet,
presentó al gato como la propia encarnación de Lucifer. (Se atribuía a los
valdenses, y otros grupos considerados adoradores del demonio, una utilización
de los pobrecitos gatos en sus ritos secretos).
El
Papa Gregorio IX en el año 1233 por intermedio de una Bula denominada “Vox in
Rama” aprueba y confirma todas estas ideas referente a estos felinos, y
lógicamente se crea una intoxicación constante respecto a esta conexión
"gato-demonio". La manipulación de la Iglesia tiene mucho que ver en
estas leyendas las cuales se extienden rápidamente por toda Europa.
En época de Cuaresma, organizaban reuniones en las que se
sacrificaban por diversión centenares de gatos. Los desafortunados felinos eran
ahorcados o tirados a una fosa dentro de un brasero, tras extirparles los
testículos. Cuando se terminaba el ritual, se llevaban un puñado de cenizas
para repartirlas en sus casas o esparcirlas en los campos con el fin de
protegerse de las malas cosechas y de las epidemias.
En el siglo XII la Iglesia comenzó una persecución contra
este pobre animal, al que consideraba “un animal maléfico”. Fiel compañero
de las brujas que simbolizaba todo lo oscuro, lo mágico e irracional y cuya ejecución pública se transformaba en
un espectáculo. Casi se lleva a la extinción europea de este animal. Fue tal su
persecución y exterminio que cuando se desató la peste negra (causada por
las ratas) fue devastadora debido al desequilibrio ecológico causado a su
depredador. (Algunos podrían interpretar esto como un castigo divino).
La inquisición, el Papa Inocencio
VII y su edicto de 1484 hicieron que se sacrificaran gatos para las fiestas
populares, lo que marcó un gran período de persecución para el felino. Este
edicto tuvo un impacto importante en las clases populares y luego se extendió a
la nobleza. La inquisición reunía en la misma hoguera a los herejes, a las
brujas, a los asesinos y a los gatos en la noche de San
Juan.
Desgraciadamente, la renovación de los cultos paganos
después de la peste negra y el resurgimiento del culto de Freyja, la diosa
germano-escandinava de la fecundidad, hacia la mitad del siglo XIV, provocó la
pérdida de los gatos, que desde entonces se asoció a cultos infernales, debido
a su antigua adoración por parte de los paganos y sobre todo por el reflejo de
la luz en sus ojos, que se creía que eran las llamas del infierno. En la
simbología medieval, el gato se asociaba a la mala suerte y al mal, y dado que
era negro, también se asociaba al disimulo y a la feminidad. En Inglaterra,
bajo el reinado de María Tudor, se queman gatos como señal de la herejía
protestante, mientras que bajo el de Isabel Iª, se queman como señal de la herejía
católica.
Habrá que esperar hasta 1648 para que el rey Luis XIV,
gran amante de los gatos, prohibiera quemar a los gatos en la hoguera de la
noche de San Juan, ya que calificaba esta tradición de bárbara y primitiva. Sin
embargo, no fue hasta la revolución francesa cuando las hogueras se
consideraron unánimemente supersticiones y actos de crueldad.
A partir del XVII se
reivindicó la existencia de los gatos. En Inglaterra se creía que colocando el cadáver de
un gato muerto en las paredes o en el armazón de un edificio, era una eficaz
protección contra la mala suerte. Aún hoy en día se han encontrado esqueletos
de gatos en edificios como la Torre de Londres, la Catedral de Dublín, o el
Castillo de Yorkshire, incluso hace unos pocos años, en los muros de la
Ciudadela de Gribaltar.
Muchas tribus
(clanes) en Escocia tienen un gato como animal totémico. Por ejemplo, "Cataibh" es el "Land of the Cat" y el
posible origen de la Federación Clan Chattan. Los grandes
felinos fueron presentados en piedras de Escocia. Los Sidhe Cath (monstruosamente grandes y feroces) o "Cats" de los
Sidhe (fairy cat serían delicados) eran guardianes del inframundo y sus
tesoros.
Finn Mac
Cumhail luchó en un clan de "cabeza de gato" personas que vestían
pieles de gato en sus cascos. Esto sugiere
que sus enemigos tenían un tótem gato.
En Irlanda,
Eire - la diosa cuyo nombre lleva la isla - dio a su gato compañero el don del
conocimiento y confesó todos los secretos de la caldera. Esto imparte todos los secretos de los misterios de las mujeres y el
conocimiento oculto al gato.
En la mitología
irlandesa, Irusan de Knowth era un gato-king descrito tan grande como un buey. Este
gato monstruoso tenía su corte en una cueva.
En Escandinavia, el gato
era el símbolo de la fertilidad. En Turquia, los gatos
blancos con un ojo de cada color son muy apreciados, y reciben el nombre de:
Ankara kedi. Los turcos, describen la curiosa variedad de gatos blancos con
ojos dispares como "regalos de Alá" o "tocados por Alá". En
la India, representan la beatitud del mundo animal y símbolo de los nacimientos. Para el
mundo budista, el gato y la serpiente no gozan de gran simpatía pues fueron los
únicos animales que no lloraron la muerte de Buda; sin embargo, dan muestras de
una inteligencia superior.
En el Tíbet se los considera desde tiempos inmemoriales guardianes de
reliquias y templos. Animal sagrado, venerado y a veces mimado excesivamente,
en el seno del budismo tibetano se le considera acompañante en el
tránsito obituario, y, en los sueños lúcidos, el subconsciente del que sueña (o
viaja) es representado por un gato gigante, obeso, mudo y bonachón.
El gato es de gran importancia para el islam por el
afecto que sentía Mahoma por ellos, ya que su gata Muezza lo salvó de la
mordedura de una serpiente.
La diosa Bast representada con cabeza de gato era la
encargada de la fertilidad. Mientras que la diosa Sekhmet que también tenía
forma de gato, representaba las fuerzas destructivas de lo divino, la
negatividad, representada en la guerra, la peste y la venganza. Tefnut,
diosa cuyo nombre significa humedad, con cabeza de un león y representando uno
de los símbolos más primigenios de la creación de las fuerzas y Mafdet, una
diosa de la protección.
Los guerreros llevaban máscaras de gato en las ceremonias,
con la esperanza de que el espíritu de los gatos muertos entren en sus cuerpos
y les brindarán las cualidades felinas del sigilo y astucia, para transformase
en guerreros invencibles.